Inteligencia artificial al servicio de la ciencia para ayudar en el tratamiento del alzhéimer y el cáncer
Un equipo de científicos ha desarrollado una estrategia computacional que permite diseñar moléculas terapéuticas desde cero.
La IA cognitiva tiene la capacidad de razonar, aprender, resolver problemas y procesar datos a una mayor velocidad; adaptándose a los cambios.
La inteligencia artificial (IA) cognitiva se posiciona como una herramienta clave en la neurotecnología, capaz de razonar, aprender y adaptarse, facilitando el desarrollo de interfaces cerebro-computadora. Estas tecnologías permiten procesar señales cerebrales para ayudar en la rehabilitación motriz, el control de enfermedades como Parkinson o epilepsia, y la recuperación de la comunicación en pacientes con déficits neurológicos. Destacan los avances en chips cerebrales, como los de Neuralink y Synchron (con NVIDIA), que ofrecen opciones menos invasivas y más seguras. El futuro apunta a mejorar la autonomía de personas con problemas neurológicos y redefine la relación entre medicina y tecnología.