Cómo convertir la AI Act en una oportunidad para las pymes
La entrada en vigor de la Ley europea de IA busca garantizar un desarrollo seguro y responsable de esta herramienta tecnológica, al tiempo que ofrece…
La velocidad a la que avanza la inteligencia artificial plantea cuestiones morales que exigen atención urgente para guiar un desarrollo tecnológico que afecta a toda la sociedad. Algunos de estos dilemas son la privacidad, los sesgos, la vigilancia automatizada, la autonomía algorítmica y las decisiones delegadas sin supervisión humana en sectores críticos como la sanidad o la justicia
La inteligencia artificial está transformando la forma en que vivimos, trabajamos y tomamos decisiones con una rapidez abrumadora. Desde los algoritmos que nos recomiendan qué series ver hasta los sistemas que determinan quién obtiene un crédito bancario, su impacto influye tanto en lo cotidiano como en lo crucial.
Sin embargo, la velocidad de su avance plantea profundas cuestiones éticas que exigen atención urgente para guiar un desarrollo tecnológico que afecta a toda la sociedad. ¿Debe un algoritmo elegir quién logra un puesto de trabajo o quién recibe atención médica prioritaria? ¿Es justo que un sistema predictivo determine sentencias judiciales? En sectores como la justicia, el empleo y la sanidad, las herramientas de IA ya son responsables de decisiones que influyen en vidas humanas. Por eso, la ética sirve como brújula para asegurar que la IA no amplíe desigualdades ni elimine derechos fundamentales en nombre de la eficiencia.
El documento ‘Directrices éticas para una IA fiable’, redactado por un grupo de expertos de alto nivel sobre inteligencia artificial creado en junio de 2018 por la Comisión Europea, refuerza la importancia de abordar estos dilemas e identifica siete requisitos clave para una IA confiable: agencia y supervisión humana, robustez técnica y seguridad, privacidad y gobernanza de datos, transparencia, diversidad y no discriminación, bienestar social y ambiental, y responsabilidad. Estos principios no solo buscan minimizar riesgos, sino también maximizar los beneficios de la IA para la sociedad.
La UNESCO ha desarrollado una Recomendación sobre la Ética de la Inteligencia Artificial, adoptada en noviembre de 2021, que establece un marco ético global para maximizar los beneficios de la IA a la vez que se minimizan sus riesgos. Este documento promueve valores como la justicia, la inclusión y la sostenibilidad, y establece principios como la transparencia y la responsabilidad. Además, propone áreas de acción política, como la gobernanza ética, la protección de datos y la cooperación internacional.
Las regulaciones también juegan un papel clave; leyes claras y específicas pueden establecer límites y consecuencias para el mal uso de la tecnología. Además, las auditorías algorítmicas deben ser comunes, detectando y corrigiendo sesgos o errores antes de que causen daños irreparables.
Por último, educar y formar a los ciudadanos es esencial para que comprendan cómo funcionan estas tecnologías y exijan un uso responsable de ellas. Si queremos que la tecnología trabaje a nuestro favor y no en nuestra contra, debemos alinear su desarrollo con valores compartidos que prioricen el bienestar humano.