Los sesgos y la manipulación lideran el lado oscuro de la IA

A medida que se propaga el uso y desarrollo de la IA, se vislumbra un lado no tan positivo derivado de las propias características que la hacen especial.

La inteligencia artificial (IA) ya incide en múltiples ámbitos de nuestra vida cotidiana, desde el reconocimiento de voz en nuestros teléfonos hasta el análisis de datos en la investigación médica. Sin embargo, a medida que se propaga, sin aparentes límites, el uso y desarrollo de esta tecnología, se vislumbra un lado no tan positivo derivado de las propias características que hacen especial a la IA: la toma de decisiones y su capacidad para ejecutarlas de manera autónoma.

Cuando un ser humano toma decisiones, normalmente, la envuelve de un contexto ético. La IA, como software que es, carece por ahora de ese contexto. Por tanto, es importante que nosotros, las personas, acompañemos las grandes bondades de esta tecnología, aplicando nuestra ética en estos procesos en función del caso.